Martes, 29 de Abril de 2025
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Urgente llamada de auxilio en Campo Valdés: 20 familias en riesgo por la quebrada Santa Inés

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En el barrio Campo Valdés, en el oriente de Medellín, 20 familias viven un drama constante. Desde diciembre de 2024, la quebrada Santa Inés ha sido una amenaza latente, desbordándose en varias ocasiones y poniendo en riesgo las viviendas cercanas. Cada vez que se desatan lluvias en la ciudad, los residentes sienten cómo el miedo se apodera de ellos. Las precipitaciones se convierten en un aviso de alerta, ya que la fuerza de la quebrada podría llevarse sus hogares, una realidad que ya se ha hecho tangible en los últimos meses.

La situación es especialmente crítica en la carrera 50 con calle 78, donde el talud que sostiene a las casas de al menos 10 familias comienza a ceder con cada lluvia. Los temores se materializan cuando las viviendas empiezan a presentar grietas profundas, y algunos patios ya están al borde del precipicio. Según lo reportado por los propios habitantes, el daño estructural de las viviendas es evidente: las paredes se agrietan, las columnas que sostienen las casas se desplazan y la inclinación de las viviendas se hace más pronunciada con el paso de los días.

En un recorrido realizado por El Colombiano, se pudo evidenciar la gravedad de la situación. Las casas más cercanas al cauce de la quebrada parecen estar al borde del colapso, con tarjas gigantes en sus fachadas y una inclinación peligrosa. Lo que para muchos era una vivienda, se ha convertido en un peligro constante. Para los residentes, la sensación de inseguridad es casi constante, pues cualquier aguacero podría ser el inicio de una tragedia anunciada.

La comunidad ha solicitado una solución urgente a las autoridades. El pedido es claro: la canalización de la quebrada Santa Inés antes de que sea demasiado tarde. El temor a que las aguas arrasen con sus viviendas está latente en cada conversación. Las familias no solo enfrentan el riesgo de perder su hogar, sino también la angustia emocional que supone vivir en un estado de incertidumbre permanente. La reactivación de la temporada de lluvias solo incrementa el sufrimiento, pues cada lluvia trae consigo la posibilidad de que el talud se deslice aún más.

Desde el desbordamiento de la quebrada a finales del año pasado, la situación no ha mejorado, y la comunidad se siente cada vez más desprotegida. Las autoridades locales, sin embargo, aún no han logrado ofrecer una solución definitiva. La canalización de la quebrada es una tarea compleja que requiere no solo recursos, sino también planificación y ejecución a largo plazo. Mientras tanto, las familias siguen viviendo en un limbo, esperando una respuesta que, en muchos casos, parece no llegar.

Para muchos de los vecinos, la situación es desesperante. Algunos afirman que ya no pueden descansar en paz, pues sienten que, en cualquier momento, el agua podría inundar sus hogares. Otros, más resignados, han comenzado a abandonar las casas más cercanas al cauce, pero sin poder encontrar alternativas para mudarse de manera definitiva. La angustia por el futuro se refleja en cada mirada, en cada gesto de los padres que miran con temor a sus hijos jugando cerca de las grietas que se abren en sus viviendas.

Es hora de que las autoridades comprendan la gravedad del asunto. La comunidad de Campo Valdés ha sido paciente, pero la espera ya no puede seguir prolongándose. La canalización de la quebrada Santa Inés no es solo una necesidad urgente, sino una obligación moral y social para proteger la vida de estas familias. Si la situación no se atiende pronto, las consecuencias podrían ser irreparables, no solo en términos de pérdida material, sino también de vidas humanas que, por la indiferencia de la administración, podrían verse comprometidas.

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