En el bullicioso centro de Medellín, dos policías se convirtieron en los inesperados asistentes en un parto de emergencia ocurrido en plena vía pública, en las inmediaciones del Parque Berrío. La noche del 25 de febrero dejó a la ciudad sorprendida con un episodio que, a pesar de la emergencia, terminó en un final feliz. Los subintendentes Julio González y Moisés Rojas, quienes cumplían su turno de vigilancia en la Estación de Policía la Candelaria, fueron testigos de un acto de solidaridad y valentía, que reflejó el compromiso de quienes, a diario, protegen a la comunidad.
Todo comenzó cuando el patrullero González, mientras caminaba por el área, escuchó el desesperado grito de una mujer pidiendo ayuda. Al acercarse, vio a una joven de unos 27 años, tocándose el vientre con evidente angustia. La situación era urgente y, ante la falta de tiempo, no hubo espacio para formalidades. González rápidamente se comunicó con su compañero, el subteniente Rojas, y ambos improvisaron lo necesario para asistir a la mujer, sin la posibilidad de esperar ayuda externa.
Con profesionalismo y nervios de acero, el subintendente González le indicó a la mujer que se tendiera en el suelo. A pocos momentos de haberse agachado, la joven rompió fuente y, en cuestión de minutos, dio a luz a una bebé en pleno parque. Fue allí donde la destreza de los uniformados, lejos de cualquier protocolo médico, se convirtió en un acto heroico. El subintendente González fue quien recibió a la pequeña, demostrando una calma y un control que no solo fueron determinantes para la seguridad de la madre y la niña, sino que además reflejaron el profundo sentido humano de los oficiales.
Tras el parto, los uniformados no perdieron tiempo en buscar asistencia médica para garantizar la salud de ambos. Inmediatamente se hizo contacto con la patrulla más cercana, que facilitó el traslado de la mujer y su bebé a un centro de salud. González, visiblemente emocionado, expresó que, al ser futuro padre, comprendió la magnitud del momento y la necesidad de actuar con rapidez. «Sentí la necesidad de salvaguardar la vida de esa infante», comentó, reflejando la emoción personal que vivió en ese instante.
Este episodio, aunque inesperado, resalta el compromiso de los miembros de la policía con la comunidad, quienes van más allá de su labor cotidiana para responder ante emergencias que requieren de acción inmediata. El acto de estos dos uniformados fue un recordatorio de que, en ocasiones, los héroes no se visten con capas, sino con el uniforme que, día a día, usan para proteger a los ciudadanos.
La historia del parto en pleno Centro de Medellín se ha convertido en un relato que trasciende lo policial, tocando los corazones de quienes se enteraron del suceso. Más allá de un simple incidente, este hecho demuestra la capacidad de respuesta y el humanismo presente en las calles de la ciudad, dejando una muestra tangible de que, en momentos de crisis, la humanidad prevalece.
