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Medellín, capital del reguetón y del turismo exprés: la fiebre por Maluma pone a volar al país

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En la ciudad donde los cerros se visten de luces y las noches se bañan en música, el reguetón no es solo un género, es una fuerza de atracción turística. Medellín, que ya era un referente de innovación urbana y cultura paisa, ahora se convierte en el epicentro de un fenómeno donde el espectáculo y la economía se abrazan: el concierto de Maluma, programado para el 26 de abril en el estadio Atanasio Girardot, ha disparado las búsquedas de vuelos a la capital antioqueña en un 150%, según el metabuscador de viajes Kayak.

Lo que parecía una noche más de música urbana se ha transformado en una cita de alto impacto para la industria turística. Las cifras hablan de una fiebre colectiva que rebasa los límites del escenario. Del 25 al 27 de abril, Medellín será la pista de aterrizaje de miles de fanáticos que no solo buscan cantar “Hawái” a todo pulmón, sino también sumergirse en una ciudad que sabe cómo recibir a sus visitantes con calidez y sabor local.

La conexión entre entretenimiento y turismo es cada vez más directa. “Este tipo de eventos masivos tienen el poder de transformar la forma en que las personas eligen viajar”, explicó Alejandro Lombana, director comercial de Kayak para Latinoamérica. Y Medellín, con su infraestructura, oferta cultural y vibrante vida nocturna, parece estar lista para capitalizar esa sinergia. En otras palabras, un concierto hoy puede valer más que una campaña entera de promoción turística.

Desde Bogotá, la respuesta ha sido abrumadora. Las búsquedas de vuelos desde la capital hacia Medellín aumentaron un 327% para el fin de semana del evento, convirtiendo esa ruta en el corredor aéreo más codiciado del país. La llamada del «pretty boy» fue más fuerte que cualquier feriado, y en cuestión de días convirtió una fecha cualquiera en un pequeño éxodo urbano con banda sonora.

Naturalmente, la ley de la oferta y la demanda no se hizo esperar. Los tiquetes aéreos entre Bogotá y Medellín, que el año pasado costaban en promedio $101.000, ahora rondan los $320.000 para ese fin de semana. Un alza del 217% que, si bien golpea el bolsillo, no parece disuadir a los fanáticos decididos a ver a su ídolo en casa, en su tierra, en su Medellín.

Pero más allá del espectáculo, este auge plantea un fenómeno interesante: la consolidación de Medellín como destino de turismo de eventos. No es la primera vez —la ciudad ya ha sido sede de conciertos internacionales, festivales de innovación y encuentros culturales de talla mundial—, pero lo de Maluma es un fenómeno más visceral, más juvenil, más popular. Es la prueba de que la cultura pop también mueve economías.

Las autoridades locales, el sector hotelero y los operadores turísticos ya están en modo “showtime”. Se espera una ocupación hotelera que roce el lleno total, una inyección notable en el consumo de restaurantes y bares, y un dinamismo urbano que no se limita al estadio. La ciudad entera, por esos tres días, vivirá al ritmo de reguetón y reservas.

Así, lo que comenzó como una gira musical más se convirtió en una celebración de ciudad. Medellín, la misma que hace décadas luchaba por cambiar su rostro ante el mundo, hoy se posiciona como una capital del entretenimiento latinoamericano. Porque cuando suena Maluma, no solo se agotan las boletas: también despegan los aviones.

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