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Laura Sarabia ante la ONU: Un nuevo enfoque en la lucha contra el narcotráfico y la hoja de coca

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La canciller colombiana, Laura Sarabia, presentó una propuesta ante la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas (CND) en Viena, Austria, con el objetivo de que la hoja de coca sea excluida de la lista de sustancias más dañinas del mundo. En su intervención, Sarabia enfatizó que esta solicitud no implica una renuncia a la erradicación del cultivo de coca, sino más bien una apuesta por un enfoque más matizado y científico respecto al potencial de la planta. Su llamado resalta el dilema que enfrenta Colombia en su lucha contra el narcotráfico, un problema estructural que ha trastocado el desarrollo social y económico del país durante décadas.

Durante la sesión 68 de la Comisión, la ministra de Relaciones Exteriores de Colombia se refirió a las múltiples implicaciones que el narcotráfico ha tenido sobre el país, mencionando que ha frenado el desarrollo de las regiones, victimizado a miles de campesinos y financiado grupos armados ilegales. Sarabia subrayó, además, que el impacto ambiental ha sido devastador, especialmente en la Amazonía, al vincular el narcotráfico con la deforestación y la degradación de ecosistemas esenciales. En este contexto, la solicitud de retirar la hoja de coca de la lista de sustancias perjudiciales cobra relevancia, pues se propone ver la planta como un recurso con aplicaciones industriales y no solo como un precursor del crimen organizado.

La canciller argumentó que la hoja de coca tiene usos que van más allá del narcotráfico. Mencionó que la planta puede ser empleada en la producción de fertilizantes, bebidas y otros productos industriales, un potencial que, según ella, debe ser aprovechado para erradicar el control que los narcotraficantes tienen sobre su cultivo. Sarabia destacó que la ciencia debe jugar un papel fundamental en demostrar que la hoja de coca, en su estado natural, no es necesariamente perjudicial para la salud, abriendo la puerta a un tratamiento más integral y menos punitivo de este cultivo.

Este enfoque pretende cambiar la narrativa en torno a la hoja de coca, que históricamente ha sido vista únicamente a través de la lente del narcotráfico. Al plantear una revisión del estatus de la planta, la canciller sugiere un modelo en el que se integren soluciones innovadoras que permitan reducir la dependencia del narcotráfico, promoviendo alternativas viables para los campesinos y mejorando el desarrollo económico en zonas afectadas por la violencia y el cultivo ilegal.

En su intervención, Sarabia también cuestionó la efectividad de los programas internacionales financiados por los países más poderosos, especialmente aquellos destinados a la lucha contra las drogas. Señaló que Colombia ha sido uno de los principales contribuyentes a la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), con 416 millones de dólares invertidos en la última década. Sin embargo, expresó que dichos recursos no han tenido el impacto esperado en las comunidades más afectadas, lo que subraya la necesidad de una reforma estructural en la política global de drogas.

La canciller dejó claro que el objetivo no es normalizar el narcotráfico ni promover su legalización, sino desarrollar herramientas más eficaces y justas para enfrentarlo. Según su visión, la reforma del régimen global de drogas debe ir acompañada de un cambio de paradigma que permita a los países productores como Colombia obtener mayores beneficios económicos de cultivos como la coca, siempre con el compromiso de erradicar las prácticas ilícitas asociadas.

En este contexto, la participación de Colombia en la Comisión de Estupefacientes y el liderazgo de Sarabia en este debate se presentan como una oportunidad para reconsiderar las políticas tradicionales de lucha contra las drogas. La canciller concluyó su intervención apelando a la necesidad de evitar los errores del pasado, subrayando que, para lograr una verdadera transformación, se deben adoptar enfoques innovadores que prioricen tanto la seguridad como el bienestar de las comunidades más vulnerables.

Así, el llamado de Laura Sarabia ante la ONU no solo busca una revisión técnica de la clasificación de la hoja de coca, sino también un debate más amplio sobre las políticas internacionales de drogas. Colombia, en su posición de actor clave en la región, continúa abogando por una solución más humana y efectiva frente a uno de los desafíos más complejos de su historia.

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