El debate sobre el ejercicio del poder y los nombramientos dentro de la Administración Pública en Colombia ha cobrado una nueva dimensión con los señalamientos lanzados por Luis Carlos Reyes, ministro de Industria y Comercio, contra José Antonio Ocampo, exministro de Hacienda. Reyes, quien en su momento fue director de la Dian, reveló una lista de personajes que habrían presionado para la asignación de cargos en la entidad, señalando a Ocampo como uno de los que, supuestamente, habría recomendado funcionarios. Ante estos señalamientos, Ocampo no dudó en responder con vehemencia, defendiendo su integridad y su postura de firme promotor de la meritocracia en la administración pública.
El exministro de Hacienda aclaró, a través de su cuenta en X, que en su tiempo al frente de la cartera nunca ejerció presión sobre el entonces director de la Dian para nombrar a sus allegados. Su intervención, según explicó, se limitó a remitir la hoja de vida de Adolfo José Cabrera, un veterano funcionario con más de 30 años de servicio en la entidad, pero sin éxito en el proceso de selección. Ocampo subraya que la no selección de Cabrera demuestra, sin lugar a dudas, que no hubo injerencia ni recomendaciones personales que alteraran el proceso de meritocracia en el que asegura haber sido un ferviente defensor a lo largo de su carrera pública.
La polémica ha generado una cascada de reacciones en el ámbito político, especialmente entre los nombres mencionados en la lista de Reyes. Senadores y representantes que fueron incluidos en la misma han exigido rectificaciones públicas o incluso anunciaron posibles demandas por lo que consideran una tergiversación de los hechos. Este escándalo resalta la tensión en torno a la transparencia en los procesos de selección de cargos públicos y, más aún, la forma en que los intereses políticos pueden influir en decisiones cruciales para el buen funcionamiento de las instituciones del país.
Por otro lado, Reyes defendió su gestión al frente de la Dian, destacando que su principal objetivo fue garantizar la idoneidad y la integridad de los funcionarios seleccionados. Aseguró que, durante su mandato, se llevó a cabo un proceso de selección abierto, dirigido a todos aquellos que cumplieran con los requisitos, y en el que, según él, no se favoreció a personas por razones ajenas a su capacidad. Sin embargo, el escándalo ha dejado en evidencia las presiones políticas a las que se ven sometidos quienes ocupan altos cargos en el Estado, especialmente en entidades de gran relevancia como la Dian.
La polémica también invita a reflexionar sobre el sistema de selección de personal en las instituciones públicas colombianas. Si bien la meritocracia sigue siendo la base sobre la que se deben tomar las decisiones, los procesos de nombramiento no están exentos de influencias externas, ya sea por la cercanía con figuras políticas o por la presión de sectores que buscan fortalecer su poder. Este episodio pone en primer plano la necesidad de garantizar que los procesos de selección sean realmente transparentes y objetivos, y que el ejercicio del poder no se vea empañado por la falta de independencia o por intereses ajenos al bienestar de la ciudadanía.