La espera ha terminado. A partir de este viernes, la montaña tomará el protagonismo en el Giro de Italia y con ella, el terreno donde históricamente los escarabajos colombianos se sienten más cómodos. Tras una primera semana de etapas llanas y embalajes agónicos, llega el momento de los puertos interminables, las cumbres que desafían la gravedad y el corazón, y ese aroma a épica que sólo ofrece la alta montaña. ¿Será este el escenario donde finalmente Egan Bernal y compañía enciendan el espectáculo?
Hasta ahora, el rendimiento colombiano ha sido discreto pero consistente. Brandon Rivera, gregario de lujo en el Ineos y mejor amigo de Bernal, ha rozado el top 3 en varias etapas planas, siendo cuarto en la tercera fracción y octavo en la quinta. Su esfuerzo no ha pasado desapercibido, pero tampoco le ha alcanzado para saborear el podio. Las etapas para velocistas se agotan y con ellas las oportunidades para Rivera, quien busca una victoria en llegadas de potencia media, su especialidad.
El inicio de la montaña abre un nuevo capítulo. No solo en términos de altimetría, sino también de expectativas. El Giro se transforma en una carrera distinta, donde ya no importa tanto la rueda buena para el remate, sino la capacidad de sostener un ritmo brutal durante kilómetros de ascenso. Es allí donde los nombres colombianos empiezan a resonar más fuerte, porque la genética, el entrenamiento en altura y la tradición hacen de estos corredores piezas clave en el rompecabezas de cada jornada reina.
Egan Bernal es, sin duda, la gran carta nacional. Aunque aún lejos del nivel con el que ganó el Giro en 2021, ha mostrado señales de recuperación. El frío, la lluvia y las caídas lo han respetado —al menos por ahora—, y se le ha visto con soltura en los grupos de favoritos. No pelea cada etapa, pero tampoco cede tiempo. Su estrategia es clara: guardar energías para la tercera semana, donde están las etapas más duras y donde históricamente ha construido sus mejores gestas.
Pero Bernal no está solo. En equipos como el EF Education, el UAE Emirates o el mismo Movistar hay presencia colombiana, dispuesta a responder cuando el terreno lo permita. No se descarta que alguno de ellos se cuele en una fuga de montaña o incluso dispute una victoria parcial. En un Giro como este, con cambios bruscos de clima y rutas impredecibles, cualquier escenario puede abrirse para los nuestros.
También será clave observar la actitud del pelotón frente al favoritismo de los grandes nombres. Si los eslovenos y daneses se vigilan entre ellos, podría abrirse un espacio de gloria para los caza etapas de América Latina. Y si Egan se sienta con piernas, no dudará en atacar, incluso desde lejos. Ya lo ha hecho antes. El Giro le trae buenos recuerdos y su ADN competitivo no se borra fácilmente.
La montaña es, al final, un examen de voluntad tanto como de piernas. Y si hay algo que han demostrado los ciclistas colombianos, es que en ese tipo de pruebas son, muchas veces, los más preparados. Tal vez no haya un favorito claro entre ellos esta vez, pero sí una larga tradición que se renueva en cada puerto.
Empieza, entonces, el verdadero Giro. Uno donde no gana necesariamente el más rápido, sino el más resistente. Donde los gritos se ahogan en el esfuerzo y las victorias se escriben con sudor. Y en ese escenario, los nuestros saben encontrar su lugar. La montaña llama, y Colombia, como siempre, está lista para responder.