El clima de tensiones internas en el petrismo no cesa. En un nuevo episodio de confrontación política, Carlos Carrillo, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), no escatimó en palabras al referirse al exalcalde de Medellín, Daniel Quintero. En declaraciones que rápidamente se viralizaron, Carrillo dejó claro que no tendría ni siquiera la cortesía de darle la mano a Quintero, asegurando con contundencia: «Y eso que no cargo reloj, porque no tengo nada que se pueda perder». Este intercambio verbal es solo un reflejo de las fricciones que se viven en el seno del oficialismo.
El comentario de Carrillo resalta en medio de un contexto de desavenencias que ya había quedado expuesto durante el reciente consejo de ministros, donde algunos funcionarios no dudaron en expresar sus diferencias abiertamente. La tensión entre sectores del petrismo parece estar alcanzando un punto álgido, con ataques y reproches mutuos entre figuras clave del gobierno. Si bien estas luchas internas no son inéditas en el ámbito político, el nivel de acritud demostrado por Carrillo es un claro indicio de la profundidad del descontento.
Carrillo, un hombre cercano al presidente Gustavo Petro, ha sido una pieza fundamental en la gestión de riesgos en el país, pero su enfrentamiento con Quintero no es algo que se pueda tomar a la ligera. Quintero, por su parte, ha sido un personaje polémico, tanto durante su mandato como alcalde de Medellín como en sus intervenciones posteriores. A pesar de haber sido parte del mismo espectro político, la relación entre ambos parece haberse deteriorado irremediablemente. Las declaraciones de Carrillo solo avivaron las llamas de una rivalidad que parece haberse transformado en una lucha interna sin cuartel.
Aunque la política colombiana está plagada de tensiones internas y rivalidades, este tipo de confrontaciones públicas entre miembros de un mismo partido o corriente política no son fáciles de resolver. A menudo, los conflictos entre aliados se intensifican cuando se perciben traiciones o cuando los intereses personales se anteponen a los objetivos comunes. Carrillo no ocultó su molestia, y sus palabras reflejan una desconfianza profunda en la figura de Quintero, algo que podría tener repercusiones en el futuro cercano.
Lo que está claro es que, a pesar de que ambos provienen del mismo movimiento político, el espacio dentro del petrismo sigue siendo cada vez más estrecho. La ruptura de las relaciones entre Carrillo y Quintero es solo una muestra de las fracturas que podrían ir ampliándose con el tiempo. En política, las alianzas son a menudo volátiles, y la confrontación entre dos figuras tan visibles deja abierta la pregunta de cómo este fuego amigo podría afectar la estabilidad interna del gobierno de Petro. Las tensiones siguen latentes, y solo el tiempo dirá si estas disputas tienen algún impacto en el panorama político del país.
