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Epa Colombia, entre amenazas e incertidumbre: los días difíciles de Daneidy Barrera en El Buen Pastor

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En los corredores grises de la cárcel El Buen Pastor, donde la rutina carcelaria convive con las historias más duras del país, Daneidy Barrera, más conocida como Epa Colombia, enfrenta una nueva y difícil realidad. Tras las explosivas declaraciones entregadas a Semana, en las que aseguró que la madre de la desaparecida Sara Sofía Galván le habría confesado haber asesinado y quemado a su hija, la influencer ha sido blanco de amenazas y hostigamientos dentro del penal.

Las palabras tienen un peso en la cárcel. Más aún cuando vienen acompañadas de un nombre mediático, de una cámara encendida y de verdades incómodas. Las internas del Buen Pastor, donde se cruzan delitos de todo tipo, le han hecho sentir a Epa que en ese mundo no hay espacio para escándalos. “Este no es un show de televisión”, le susurran con tono amenazante. “Lo mejor es que guarde silencio”, repiten con una hostilidad que ha crecido en los últimos días.

Fuentes cercanas al penal han confirmado que la tensión dentro del pabellón es palpable. A diferencia del bullicioso escenario digital donde se formó su popularidad, aquí los aplausos no existen. Aquí todo se mide en respeto, miedo o silencio. Y la delgada línea entre sobrevivir y exponerse puede depender de una palabra mal dicha o, en este caso, demasiado dicha.

A pesar de este ambiente enrarecido, un pequeño rayo de luz se coló en la celda de Barrera: el reencuentro con su hija, quien cumplió su primer año de vida. Fue un momento íntimo, cargado de emoción, y quizás el único refugio emocional que ha tenido en días marcados por la tensión. Ver a su hija crecer tras las rejas es, para ella, una mezcla dolorosa de amor y culpa.

La historia de Epa Colombia ha estado marcada por excesos, errores, reinvenciones y, más recientemente, por un tono más serio, incluso denunciante. Pero este nuevo giro, al involucrarse con una de las desapariciones más dolorosas de los últimos años, ha puesto su seguridad en una cuerda floja. La cárcel, a diferencia de las redes sociales, no perdona las declaraciones altisonantes ni los protagonismos.

El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) evalúa si es necesario tomar medidas adicionales para garantizar su integridad física. Hasta el momento, no se ha anunciado un traslado o modificación en su régimen de reclusión, aunque allegados a la influencer aseguran que su situación “es insostenible” si continúa en el mismo pabellón.

Lo cierto es que Epa Colombia vive, quizás por primera vez, las consecuencias crudas de un mundo donde su voz ya no está protegida por la viralidad ni por el espectáculo. Donde cada palabra puede convertirse en una amenaza y cada silencio, en un escudo. Sus días en El Buen Pastor apenas comienzan, pero ya se escriben con tinta pesada.

Más allá de la figura mediática, queda la imagen de una madre, una mujer en aprietos, y un sistema penitenciario que una vez más nos muestra su fragilidad. Epa Colombia no está exenta de responsabilidades ni de errores. Pero, como ciudadana detenida, merece garantías. Porque el castigo, en una sociedad que aún defiende el debido proceso, nunca puede incluir el olvido ni la amenaza constante.

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