Domingo, 15 de Junio de 2025
Pico y Placa Medellín Domingo
🚗 No aplica 🏍️ No aplica

El ocaso de un senador: Iván Name, de la presidencia del Senado a una celda en La Picota

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on telegram
Telegram

A las 6:47 de la mañana, en medio del frío capitalino y el silencio que precede a los hechos que hacen historia, agentes de la Dijin tocaron la puerta del apartamento de Iván Name Vásquez. El hombre que hasta hace poco presidía el Senado de la República fue notificado en el parqueadero de su edificio sobre la orden de captura emitida por la Corte Suprema de Justicia. La acusación: su presunta participación en el entramado de corrupción que salpica a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), uno de los organismos clave del Gobierno Nacional.

Name, rostro curtido en los pasillos del Congreso y voz habitual en los debates nacionales, pasó su primera noche en las celdas de la Dijin. Lo que hasta hace unos días parecía impensable —ver a uno de los senadores más veteranos del país esposado— ahora es una postal más del deterioro institucional que golpea al corazón del sistema político colombiano. Las imágenes de su ingreso a la cárcel La Picota, obtenidas en primicia, muestran a un hombre sin escoltas, sin fuero, sin investidura. Solo ante la ley.

El caso que lo tiene tras las rejas es tan complejo como explosivo. Según la investigación, Name habría recibido sobornos provenientes de contratos irregulares adjudicados desde la UNGRD. Los pagos, según versiones de testigos clave, se habrían justificado como “gestiones políticas” a cambio de garantizar el respaldo legislativo a proyectos del Ejecutivo. Una dinámica perversa que, de confirmarse, pondría en evidencia una red de corrupción entre altos funcionarios y congresistas.

La Corte Suprema de Justicia tomó la decisión con celeridad. La captura se produce luego de que varias piezas del rompecabezas coincidieran: interceptaciones, testimonios, movimientos financieros y contratos triangulados. La justicia avanza en sigilo, pero cuando llega, lo hace con contundencia. El traslado de Name a La Picota marca no solo un punto de inflexión judicial, sino también un mensaje político: nadie está por encima de la ley.

Lo paradójico es que Name, en su discurso de posesión como presidente del Senado, insistió en la importancia de la transparencia y la lucha contra la corrupción. Sus palabras, hoy, resuenan como un eco amargo frente al hierro de la celda donde deberá esperar el curso de su proceso. El país observa, expectante, el contraste entre la retórica del poder y la realidad de los hechos.

La Picota no es territorio desconocido para los protagonistas de escándalos nacionales. Allí han coincidido exfuncionarios de alto perfil, paramilitares, contratistas y políticos que fueron alguna vez arquitectos del poder. La llegada de Name a ese mismo pabellón es una señal más del desgaste de las instituciones y la necesidad urgente de una reforma política que devuelva credibilidad al sistema representativo.

Mientras tanto, en los pasillos del Congreso, el silencio es espeso. Algunos colegas del senador guardan distancia, otros prefieren no pronunciarse, y unos pocos, en voz baja, reconocen que lo de Name podría ser apenas el inicio de una cadena de revelaciones que comprometen a más parlamentarios. La marea apenas comienza a subir.

Este episodio no es solo una página más en el anecdotario de la corrupción. Es una advertencia. Un recordatorio de que el poder, cuando se ejerce sin ética, termina siendo un bumerán que regresa con fuerza. Iván Name, hoy detenido, es reflejo de un país que clama por justicia y limpieza en el ejercicio público. El tiempo dirá si este caso será el inicio de una transformación o apenas otro capítulo en el ciclo de impunidad.

Categorías

Mas Noticias