Colombia atraviesa una crisis en su suministro de combustibles, una situación que podría empeorar si no se toman medidas inmediatas. En 2024, el país reportó una alarmante cifra de 147 bloqueos a plantas y vías, más de 300 válvulas ilícitas en poliductos y 40 atentados a oleoductos, lo que ha dejado en jaque la distribución de gasolina, diésel y jet A-1. La situación, cada vez más tensa, pone en peligro no solo la estabilidad energética, sino también la economía nacional.
La Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP) ha lanzado una advertencia urgente en su reciente informe “Combustibles: Energía de Hoy y Mañana”. En el documento, la organización destaca que el abastecimiento confiable de combustibles líquidos es esencial para la seguridad energética de Colombia y para el bienestar social y económico de los colombianos. Frank Pearl, presidente de la ACP, subrayó la importancia de tomar acciones rápidas para mitigar los riesgos asociados al desabastecimiento, que podrían afectar gravemente a sectores claves de la economía.
En este contexto, la ACP propuso la creación de un Consejo Nacional de Operación (CNO), una instancia que, según el gremio, podría mejorar la planeación y la respuesta ante situaciones de crisis. Este consejo permitiría coordinar de manera efectiva las acciones de todos los actores involucrados en la cadena de suministro, lo que garantizaría la continuidad del abastecimiento y evitaría posibles desabastecimientos que comprometan la movilidad y las operaciones del país.
El informe de la ACP también destaca que, a pesar de los graves problemas logísticos y de seguridad que enfrenta el sector, la demanda de combustibles en Colombia sigue en aumento. En 2024, el consumo de combustibles creció un 0,6% en comparación con el año anterior, alcanzando un promedio de 347.000 barriles diarios. El diésel y el combustible de aviación fueron los principales responsables de este incremento, con un crecimiento del 5,2% y 9,5%, respectivamente, mientras que el consumo de gasolina disminuyó en un 5,9%.
Sin embargo, el país no cuenta con la capacidad suficiente para satisfacer esta creciente demanda de manera interna. Según el informe, debido a las limitaciones en la capacidad de refinación, Colombia se vio obligada a importar un 39% de la gasolina corriente, un 8% del diésel y un 2,4% del jet A-1 en 2024. Esta dependencia de las importaciones podría aumentar en los próximos años, ya que se estima que entre 2025 y 2030 el país dependerá en un 35% de gasolina importada, un 10% de diésel y hasta un 16% de jet A-1.
La ACP concluye que, ante este panorama, es fundamental que el gobierno y los actores del sector energético implementen un plan de acción coordinado para enfrentar los retos del desabastecimiento y asegurar la estabilidad del mercado de combustibles. Sin una respuesta efectiva, Colombia podría enfrentar serias dificultades en su acceso a energía, lo que afectaría tanto a los consumidores como a la industria, con graves repercusiones en la economía y el bienestar social del país.
