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Cerro Tusa: el renacer de la montaña sagrada de Antioquia

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En un país que tantas veces ha transformado su geografía en trinchera de conflicto, resulta esperanzador ver cómo un territorio, históricamente contemplado desde la distancia, se convierte en símbolo de encuentro, conservación y legado cultural. Así ocurre hoy con el majestuoso Cerro Tusa, la pirámide natural más alta del mundo, que renace como parque arqueológico y natural en el corazón del Suroeste antioqueño. El 13 de mayo de 2025 quedará inscrito como la fecha en que se selló una alianza entre el pasado ancestral y un futuro sustentado en la armonía con la tierra.

Ubicado en el municipio de Venecia, el Cerro Tusa no es solo una rareza geológica. Sus formas perfectas, que parecen esculpidas por divinidades olvidadas, han sido por siglos objeto de admiración, respeto y leyenda. Hoy, gracias a la intervención conjunta entre la Gobernación de Antioquia, la Alcaldía de Venecia y Comfama, esta montaña sagrada se transforma en un espacio abierto para el aprendizaje, la contemplación y la conexión con lo esencial: la naturaleza y nuestras raíces.

La inversión de casi 12.000 millones de pesos permitió recuperar e intervenir de manera sostenible unas 21 hectáreas del total de 135 que componen la reserva. Lejos de los megaproyectos invasivos que han deteriorado tantos otros paisajes del país, aquí se optó por una arquitectura que dialoga con el entorno: terrazas verdes, senderos amigables con el ecosistema, y zonas de interpretación cultural que permiten al visitante comprender la profunda conexión que las comunidades originarias mantenían con este cerro.

Pero la propuesta no es solo estética o turística. El nuevo Parque Cerro Tusa nace con vocación pedagógica y espiritual. La apuesta por convertirlo en un parque arqueológico significa reconocer su importancia como lugar ceremonial, como espacio de cosmogonía indígena y como refugio de saberes antiguos. En un país urgido de reconciliación con su pasado, este tipo de gestos —aunque simbólicos— marcan un camino hacia la memoria y el respeto por las cosmovisiones que nos precedieron.

Los visitantes, más allá de admirar el paisaje, están llamados a vivir una experiencia transformadora. El parque ofrece caminatas guiadas, talleres de reconocimiento de flora nativa, espacios de meditación y recorridos por las rutas ancestrales. Todo esto acompañado por una narrativa que dignifica el territorio y que busca alejar la idea de que los bienes naturales solo valen por su potencial económico.

Este proyecto, sin embargo, no debe entenderse como un punto de llegada, sino como un punto de partida. El verdadero reto será sostener en el tiempo esta iniciativa sin que el turismo masivo altere su equilibrio. El Cerro Tusa no puede caer en la lógica del “selfie” ni del excursionismo desmedido. Su poder reside precisamente en la posibilidad de ser un lugar sagrado, un templo natural para el encuentro pausado y consciente.

En una época de fracturas ambientales y de desarraigo cultural, esta obra nos recuerda que el desarrollo no siempre implica más cemento ni más velocidad. A veces, como lo muestra esta pirámide de roca y silencio, avanzar significa mirar atrás con humildad, reconocer la voz de la montaña y permitirnos simplemente estar.

Cerro Tusa, entonces, no solo es una montaña reabierta: es una promesa de futuro enraizada en la sabiduría del pasado. Que así se mantenga, por muchos siglos más.

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