La reciente salida del entrenador argentino Ricardo Valiño de la dirección técnica de las selecciones juveniles de Venezuela ha generado un torbellino de reacciones en el ámbito futbolístico. La Federación Venezolana de Fútbol (FVF) anunció oficialmente su despido tras el decepcionante desempeño del equipo Sub-20 en el Sudamericano que se llevó a cabo en el país. Este torneo, que es crucial para la clasificación al Mundial Sub-20 de Chile, se convirtió en un escenario de frustración para los aficionados y jugadores, quienes esperaban mucho más de un equipo que contaba con un plantel talentoso.
Valiño, quien asumió el cargo en marzo de 2023, no logró cumplir con las expectativas que se habían depositado en él. A pesar de su experiencia previa, incluyendo su participación como director técnico de la Sub-17 en el Mundial de 2023, su gestión se vio marcada por la eliminación temprana del equipo, que solo logró dos victorias en cuatro partidos. La FVF, en un comunicado, agradeció su compromiso y dedicación, pero la realidad es que los resultados no acompañaron su labor.
La reacción de los aficionados no se hizo esperar. En las redes sociales, muchos celebraron la decisión de la federación, expresando su alivio ante lo que consideraron un “fracaso” rotundo. Comentarios como “Se festeja como un gol” y “Tremenda plantilla tenía y jugaba a nada” reflejan el descontento generalizado con el rendimiento del equipo. La pasión por el fútbol en Venezuela es intensa, y los hinchas no dudan en manifestar su opinión cuando las cosas no salen como se espera.
Además, la situación de La Vinotinto no se limita a la categoría Sub-20. La selección absoluta, dirigida por Fernando ‘Bocha’ Batista, también ha enfrentado críticas severas debido a su desempeño en las Eliminatorias para el Mundial de 2026. La combinación de malos resultados en ambas categorías ha llevado a muchos a cuestionar la dirección del fútbol venezolano y a pedir cambios urgentes en la estructura técnica.
La presión sobre la FVF es palpable. Los aficionados exigen resultados y un cambio de rumbo que permita a Venezuela soñar con una clasificación a un Mundial, algo que ha sido esquivo en el pasado. La salida de Valiño podría ser solo el primer paso en un proceso de reestructuración más amplio que busque revitalizar el fútbol juvenil y, por ende, el futuro de la selección nacional.
Es importante recordar que el fútbol es un deporte en el que la paciencia es fundamental, pero también lo es la capacidad de adaptación y mejora. La FVF deberá evaluar cuidadosamente los próximos pasos a seguir, no solo en la elección de un nuevo entrenador, sino también en la formación y desarrollo de los jóvenes talentos que representan al país.
La afición, por su parte, seguirá atenta a los movimientos de la federación y a la evolución de La Vinotinto. La esperanza de ver a Venezuela en un Mundial sigue viva, pero para ello, es necesario un cambio significativo en la forma en que se gestiona el fútbol en el país. La historia del fútbol venezolano está llena de altibajos, y este podría ser un momento decisivo para construir un futuro más prometedor.
En conclusión, la salida de Ricardo Valiño es un reflejo de la insatisfacción general con el rendimiento de las selecciones juveniles. La presión de los aficionados y la necesidad de resultados tangibles obligan a la FVF a tomar decisiones difíciles. El camino hacia la mejora es largo, pero con un enfoque adecuado y un compromiso renovado, Venezuela podría encontrar la manera de brillar en el escenario internacional.