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Avalancha asiática: el coletazo de la guerra arancelaria de Trump podría sacudir a Colombia

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En la última semana, la economía mundial sintió un fuerte sacudón. La nueva ofensiva comercial del expresidente Donald Trump —quien busca regresar a la Casa Blanca con un discurso cada vez más proteccionista— ha dejado a los mercados tambaleando, al dólar trepando en Colombia, y al petróleo perforando peligrosamente el piso de los US$60 por barril. Pero más allá del temblor en las bolsas, lo que se viene podría ser un verdadero tsunami comercial para países como Colombia.

Trump anunció que impondrá aranceles de hasta el 145% sobre productos chinos, en un intento por proteger la industria estadounidense y marcar territorio en plena campaña electoral. La respuesta de Pekín no se hizo esperar: contra aranceles que van del 34% al 84% sobre mercancías estadounidenses, y una narrativa clara de resistencia frente a lo que muchos economistas ya califican como la guerra comercial más intensa del siglo XXI. Pero, ¿qué pasa cuando dos titanes se enfrentan? Los países más pequeños, como Colombia, suelen quedar atrapados en el fuego cruzado.

Juan Camilo Restrepo, exministro de Hacienda y figura respetada del análisis económico en el país, fue claro al advertir los efectos colaterales: “Cuando se bloquea un mercado como el de Estados Unidos para los productos chinos, esos excedentes no desaparecen, buscan nuevos destinos. Y uno de ellos, inevitablemente, es América Latina. Colombia debe prepararse para una avalancha de productos asiáticos baratos”. No es una afirmación ligera: China, con su capacidad de producción masiva, tiene el músculo para inundar mercados alternativos en cuestión de semanas.

Esta situación se agrava, señala Restrepo, porque el país atraviesa esta coyuntura sin una cabeza firme en el Ministerio de Comercio. “Es una paradoja peligrosa: en medio del mayor reordenamiento comercial de los últimos años, Colombia no tiene a alguien en propiedad liderando la política comercial. Es como estar en mitad de un huracán sin capitán en el timón”, enfatiza. La falta de reacción oportuna podría hacer que muchas industrias locales queden desprotegidas ante un posible ‘dumping’ disfrazado de libre comercio.

La preocupación también recae sobre los Tratados de Libre Comercio (TLC), que hasta hace poco se veían como estructuras sólidas para garantizar equidad en el intercambio internacional. “Los TLC volaron en mil pedazos con las medidas de Trump”, sentencia Restrepo. Si una de las economías más grandes del mundo decide reinterpretar las reglas del juego a su antojo, ¿qué garantías tienen los países como Colombia para que sus acuerdos sean respetados? La incertidumbre es alta, y el margen de maniobra, limitado.

A la espera de cómo evolucionen las tensiones entre Washington y Pekín, Colombia debería prender sus alarmas. Las autoridades comerciales, aduaneras e industriales necesitan estar coordinadas para identificar posibles prácticas desleales, proteger al empresariado nacional y, sobre todo, actuar con inteligencia estratégica. No se trata de cerrar las puertas al comercio, sino de saber cómo negociar en un nuevo tablero global donde las reglas están cambiando a cada paso.

Mientras tanto, el consumidor colombiano podría empezar a ver en los próximos meses una abundancia de productos asiáticos a precios más bajos. Aunque esto puede parecer positivo a corto plazo, los efectos en la industria nacional podrían ser devastadores si no se responde con medidas adecuadas. La competitividad no solo se defiende con productividad, sino también con política pública y visión de largo plazo.

La historia demuestra que los conflictos comerciales entre grandes potencias suelen desencadenar transformaciones económicas profundas en terceros países. Esta vez, Colombia está en la línea de impacto. Y, como sugiere Restrepo, lo más grave no es la tormenta que se avecina, sino que nos encuentre desprovistos de paraguas.

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