Al cierre de 2024, la deuda externa de Colombia alcanzó un hito preocupante al superar los 200.000 millones de dólares, cifra que representa casi la mitad de su Producto Interno Bruto (PIB). Con un aumento de más de 17.900 millones de dólares respecto al año anterior, el país ha visto cómo su deuda se incrementa a un ritmo significativo, evidenciando una dependencia creciente de los mercados internacionales para financiar su gasto público y privado. Este fenómeno no solo refleja la fragilidad de las finanzas nacionales, sino también la creciente presión que enfrenta el Estado para cumplir con sus obligaciones y mantener la estabilidad económica.
El Banco de la República ha detallado que la deuda externa al cierre de 2024 se situó en 201.763 millones de dólares, un crecimiento de 9,76% en relación al año anterior. Este aumento es alarmante no solo por la magnitud de la cifra en términos absolutos, sino también porque su relación con el PIB sigue siendo alta, alcanzando el 48,2%. Este indicador es clave para medir la sostenibilidad de la deuda en relación con la capacidad del país para generar riqueza, y si bien ha disminuido respecto al pico de 2021, cuando la relación alcanzó 57,68%, sigue siendo un signo claro de vulnerabilidad para la economía nacional.
El impacto de la deuda externa no es uniforme entre los sectores público y privado. En el caso del sector público, los adeudos del Estado suman 113.194 millones de dólares, representando la mayor parte de la deuda externa total. Aunque se ha registrado una disminución de aproximadamente 942 millones de dólares a lo largo de 2024, comparado con el monto más alto registrado en abril de ese mismo año, la deuda pública sigue siendo un desafío significativo para la sostenibilidad fiscal del país. La magnitud de los compromisos del Estado pone en evidencia las dificultades para financiar proyectos de inversión en infraestructura, educación y salud sin recurrir a fuentes externas de financiamiento.
En contraste, la deuda externa del sector privado alcanzó un monto histórico de 88.568 millones de dólares, el más alto registrado hasta la fecha. Este crecimiento sostenido durante la segunda mitad de 2024 refleja la creciente necesidad de las empresas colombianas de recurrir a los mercados internacionales para financiar sus operaciones, proyectos de expansión y la adquisición de recursos. La acumulación de esta deuda privada es un indicador de que las empresas colombianas también enfrentan un entorno económico desafiante, donde las tasas de interés más altas y la menor disponibilidad de crédito en los mercados internacionales podrían generar una presión adicional sobre su capacidad de pago.
Un análisis más profundo sobre los efectos de esta deuda muestra que, aunque el incremento en términos absolutos es considerable, la situación también refleja la transición económica que está viviendo el país. Desde la pandemia, las finanzas públicas se han visto sometidas a una presión sin precedentes, con un aumento en el gasto público destinado a la recuperación económica, a la vez que el país ha tenido que lidiar con altos costos de endeudamiento. De hecho, la comparación con las cifras prepandemia es reveladora: en 2019, la deuda externa representaba el 43,5% del PIB, mientras que hoy ese porcentaje ha aumentado en 4,68 puntos, lo que refleja la profunda huella dejada por la crisis global.
Aunque la deuda externa es una herramienta común para financiar proyectos y aliviar presiones fiscales a corto plazo, los efectos a largo plazo pueden ser complejos. La capacidad del país para generar ingresos suficientes para cumplir con sus compromisos externos es esencial para evitar una crisis de pago que afecte su solvencia. Sin embargo, un endeudamiento excesivo también puede limitar las opciones del país frente a futuros desafíos económicos y sociales. De ahí la importancia de un enfoque equilibrado que permita financiar las necesidades inmediatas sin comprometer la estabilidad económica en el futuro.
La sostenibilidad de la deuda externa será un tema clave en los próximos años. Si bien es necesario seguir tomando medidas para estabilizar la economía, el creciente nivel de endeudamiento podría convertirse en un obstáculo para el crecimiento a largo plazo si no se gestionan adecuadamente los pagos y las condiciones de la deuda. La pregunta que se plantea es si Colombia podrá mantener su capacidad de pago sin caer en un círculo vicioso de endeudamiento que solo posponga los problemas estructurales y profundice las dificultades económicas.
En este contexto, el gobierno colombiano deberá tomar decisiones fundamentales sobre cómo financiar su deuda sin poner en riesgo el bienestar de la población. Las políticas fiscales y económicas deben ir acompañadas de una estrategia clara para reducir la dependencia del crédito externo y fortalecer la capacidad interna de generar recursos. Solo con una visión a largo plazo que priorice la sostenibilidad fiscal y el desarrollo económico, Colombia podrá manejar los riesgos derivados de su creciente deuda externa y asegurar un futuro económico más estable para las próximas generaciones.